En Homenaje en el Día Internacional de la Mujer
por Soledad Bravo
América Latina y Venezuela, en particular, conmemoran el Día Internacional De La Mujer con honda preocupación. Una venezolana de ejemplar valía, la jueza María Lourdes Affiuni, se encuentra encarcelada, contrariando todos los principios constitucionales que le asisten. Por el simple hecho de haber ejercido su inviolable derecho de Juez de la República a juzgar en base a los hechos a un ciudadano encarcelado por razones de retaliación política. En venganza por haber ejercido la autonomía que le corresponde y haber respetado sus competencias, el sistema judicial venezolano, sometido al secuestro institucional por parte del ejecutivo, decidió privarla de libertad.
Este hecho es tanto más indigno y bochornoso, cuanto las instituciones que debieran velar por impartir justicia se encuentran en manos de mujeres que permiten la violación de los derechos jurídicos y constitucionales de otros ciudadanos, encarcelados por expresar sus diferencias de conciencia con el régimen imperante. Resalto el caso de mi amigo, el demócrata venezolano Alejandro Peña Esclusa, aherrojado mediante expedientes clásicos de regímenes totalitarios.
Es uno entre tantos. ¿Quién resarcirá a las familias de nuestros comisarios por este inmenso sufrimiento soportado con entereza y estoicismo durante estos largos años de injusto procesamiento y condena? ¿Quién limpiará la honra de quienes han sido humillados y escarnecidos por un régimen violatorio de los más elementales derechos humanos?
Por todo ello, declaro mi total y absoluta solidaridad con nuestros presos políticos y mi respaldo incondicional a sus familias y muy en particular a las madres de esas familias, en el día internacional de la mujer. Solicito por ello a la ex presidenta chilena Michelle Bachelet, a la cabeza del organismo que la ONU acaba de destacar a cargo de los problemas de la mujer en el mundo, asuma como objetivo prioritario de su mandato respaldar a las mujeres perseguidas y oprimidas, que sufren la prisión política de sus esposos e hijos, exactamente como le solicitara en su momento a la presidenta del Brasil Dilma Rousseff atender a las graves violaciones a los derechos humanos que se cometen bajo el gobierno del presidente Hugo Chávez.
Hago extensivo esta muestra de solidaridad a las mujeres de Túnez, de Egipto, de Libia y de las restantes sociedades del mundo árabe que sacuden los pesados velos de la opresión de sus pueblos y se solidarizan con sus hijos, hermanos y esposos en la lucha por la liberación de sus pueblos de la cadena del oprobio, el sometimiento y los prejuicios.
Rechazando, por lo mismo, el desprecio del presidente de la República por nuestra opinión pública al solidarizarse con el tirano de Libia, Muammar al-Gadaffi, que todos condenamos.
Es la hora de la activa participación de la mujer en el mundo. Como ha quedado suficientemente demostrado, somos las mujeres no sólo capaces de ejercer los más altos cargos de nuestros países, sino de hacerlo de manera ejemplar, valiente, digna y honesta.
Por la liberación de todos nuestros presos políticos, por el respeto a la dignidad de la Mujer, por el enaltecimiento de nuestra bienamada Venezuela.
Caracas, 8 de marzo de 2011
Nota relacionada:
Extracto de carta de Soledad Bravo a Dilma Rousseff publicada en La Patilla:
"... Y de poder solicitarle, por lo mismo, que haga cuanto esté a su alcance por impedir que en mi país, Venezuela, que lleva al suyo en su corazón, se entronice un régimen totalitario, se atropellen los derechos humanos, se violen los más sagrados principios constitucionales, se desconozca la voluntad popular, se gobierne de manera autocrática y despótica, se persiga y encarcele a los opositores y se amenace a la mujer, a los niños, a la familia con leyes ajenas a nuestra idiosincrasia. Medidas todas que se creían eliminadas del suelo de nuestra Patria desde hace más de cincuenta años y hoy vuelven por sus fueros, hundiéndonos en la ignominia y la regresión."