Te pido por favor que no me quieras. No acomodes el cuello de mi camisa y me desees buena suerte. No me mires con ternura desde tu puerta.
No hagas magia con tu voz y la canción de moda, no quiero que se quede grabada en mi memoria.
No seas tú la fotografía en mi cartera. No leas el libro que te conté. No bailes al ritmo de mis pasos, ni me invites un viernes al cine.
Tampoco prepares la comida que me gusta, ni hagas amistad con mi familia. No llames en las noches y preguntes por mis días. No calientes con tus dedos mis manos frías.
Si una tarde por la calle caminamos, te ruego no sujetes mi brazo. No te implantes en mi mente, ni penetres en mi pecho. No, mujer, tú no tienes el derecho.
Quita ya la mirada enamorada. Deja en paz esos labios. No los muerdas. No te acerques, no acaricies mi cabello. No suspires en mi oído, ni trastornes mis sentidos.
No erices mi piel.
No me abraces, no me toques, no sonrías y no me llores.
Pero si omites mis demandas e insistes en quererme; y acomodas mis camisas y me das la buena suerte, y me miras con amor, y te implantas en mi mente, entonces quiero pedirte un último favor: bésame la vida y quiéreme por siempre.