Si sólo existiera un género, las posibilidades de encontrar una pareja se multiplicarían por dos. O mejor aún, que en lugar de haber dos géneros hubiera un número infinito de ellos, todos compatibles los unos con los otros, eso también sería una buena solución. Dos es definitivamente la peor opción posible... La división entre machos y hembras supone un gran obstáculo para procrear, e implica —en el mundo moderno— que no nos podamos reproducir con más de 3.000 millones de individuos de nuestro mismo género... E. Punset.