Predecir el mañana
Existe la tendencia a creer que las estadísticas dan información muy poco útil para la vida real porque no se interpretan correctamente. Es mucho más probable morir de una enfermedad del corazón o de cáncer que de un ataque terrorista, pero la gente come, bebe y fuma despreocupadamente y teme ser víctima del terrorismo.
Hay muchas personas que están realmente angustiadas por el futuro. Esto se puede ver en diversos ámbitos: por ejemplo, cuando dos empresas se fusionan, muchos de sus trabajadores se preguntan qué les sucederá, qué pasará con sus trabajos, e incluso acuden a los horóscopos en busca de respuestas. Es una paradoja, porque desde la ciencia se puede predecir el crecimiento de las ciudades en el futuro, cuándo sucederá un terremoto o la volatilidad del mercado de valores, y sin embargo no podemos predecir nuestras propias
vidas. Las equivocaciones pronosticando afectos son un caso emblemático. Somos incapaces de calibrar el bienestar que nos producirá una persona u objeto ansiado. Hay razones genéticas que lo explican. Sobrestimamos la alegría que nos producirá la consecución de un gran amor o la compra de un coche. También tendemos a exagerar el perjuicio que nos acarreará en el futuro una desgracia personal, por dolorosa que sea. En promedio, el proceso de adaptación a la nueva situación la hará más soportable de lo que imaginábamos en el momento de ocurrir la desgracia.
En el lugar de trabajo podemos constatar muchas ocasiones en las que el aumento de sueldo de una persona no comporta la alegría esperada si otros colegas se han beneficiado de un aumento de sueldo mayor. A la gente le importa lo que gana el vecino, no sólo uno mismo. Por ello no podemos pronosticar adecuadamente el beneficio esperado.
También tendemos a elevar el dintel considerado adecuado para una vida agradable tan pronto lo hayamos conseguido. A partir de entonces ya no basta el nivel anterior; de manera que el Producto Nacional puede subir ininterrumpidamente sin que aumente nuestro nivel de bienestar. Los primates sociales somos así.
John Allen Paulos, profesor de matemáticas en la Temple University de Filadelfia, confirma que siempre es más fácil hacer predicciones sobre un grupo que sobre un individuo. Si se estudian muchos objetos o personas juntas se puede llegar a unas conclusiones generales, pero lo que interesa a la gente no es eso, sino su futuro personal concreto o el de su familia. Esto es mucho más difícil de predecir porque hay variables diferentes que pueden alterarlo todo. La estadística es una ciencia muy poco útil para la vida real. Nuestra forma de comportamiento es tan abstracta y emocional que hace que la
estadística no pueda decir nada de nuestros problemas individuales. Punset, E. “Excusas para no pensar”.