El cataclismo político del 26 de septiembre ha acelerado las evidencias del alto grado de podredumbre existente en la sociedad venezolana. Como una cebolla putrefacta, nuestra sociedad parece estar compuesta de anillos interconectados y concéntricos de corrupción que parecen ir incrementándose de afuera hacia adentro, hasta llegar al corazón purulento situado en Miraflores.
Después de la euforia producida por los resultados electorales han comenzado a aparecer algunas señales de que la victoria pudiera desvirtuarse, debido a la fragilidad ética de venezolanos “haciendo política”, ese eufemismo con el cual se designa el deshonor en nuestro país. Claro, es preciso asegurarse de que estos indicios corresponden a la realidad, pero ya leerlos como posibilidad es deprimente. Por ejemplo, el “analista” político Miguél Salazar, conocido palangrista venezolano, acusa a Henry Ramos Allup, líder de Acción Democrática, de comenzar a negociar comisiones dentro de la nueva Asamblea Nacional con el PSUV, a cambio de hacerle concesiones al régimen despótico de Hugo Chávez. De ser cierta esta denuncia estaríamos frente a una inmensa traición. Ramos y su grupo pasarían de ser parte de la solución a ser parte del problema. Hasta ahora, que sepamos, Ramos Allup no ha aclarado esta escandalosa afirmación del palangrista Salazar.
Luis Felipe Colina, quien escribe en “La Razón” y quien nos merece mayor crédito que Salazar, dice que ya los dos diputados indígenas del PPT están siendo “trabajados” por el chavismo. Apunta textualmente: “ Julio Ygarza y Nirma Guarulla, los dos únicos diputados obtenidos por el partido Patria para Todos, ambos por el estado Amazonas, pasaron a estar en la “mira” del gobierno con la finalidad de obtener su apoyo a los planes legislativos que se ha trazado la“revolución bolivariana” en la Asamblea Nacional que se instala el venidero 5 de enero de 2011…. Los parlamentarios pepetistas, ambos de origen indígena, han sido receptivos a escuchar los planteamientos oficiales”. Este brinco de talanquera, ya planteado como posibilidad, le permitiría al chavismo obtener las tres quintas partes de la Asamblea y hacer casi lo que le de la gana en ese cuerpo. Ello corrrobora nuestra percepción sobre la intensidad de la podredumbre política existente en el país.
Colina también apunta a la posibilidad de que el chavista José Vicente Rangel comienze a negociar con el no-chavista Luis Miquilena algunas concesiones mutuas para los dos grupos, tales como dar a Chávez facultad para legislar por decreto, a cambio del regreso al país de Manuél Rosales y otros dirigentes de oposición. Esto sería monstruoso y debe ser objeto de una inmediata investigación y/o aclaratoria por parte de la Mesa de Unidad. No sería aceptable que este par de joyas arqueológicas, Rangel y Miquilena, sigan tratando de torcer los deseos del pueblo venezolano que está hastiado de sucias componendas de este tipo.
La podredumbre de la cebolla social venezolana se incrementa hacia el centro, cuando se examinan las relaciones del narcotraficante Makled con los altos funcionarios del régimen. En artículo firmado por Rómulo Veroes (“Makled y los hombres del Presidente”, www.analitica.com ) se detallan algunas de estas relaciones, todas indicativas de que hay una extensa red de complicidad criminal que trasciende fronteras “ideológicas”. Makled le habría dado a Chávez unos dos millones de dólares para sus campañas, a través de Luis Acosta Carlez, el rey del eructo, hoy viviendo tranquilazo en Costa Rica. Makled dice (ver www.noticierodigital.com y www.lapatilla.com del 10-10-2010) que el mantenía en su nómina a 30-40 generales.
Junto con Hugo Carvajal, Henry Rangel Silva y Ramón Rodríguez Chacín, Makled está catalogado como narcotraficante por las autoridades estadounidenses, las cuales han pedido a Colombia su extradicción. Makled, nos dice Veroes, hincó sus pezuñas en Puerto Cabello, estableciendo conexiones con el entonces presidente del Puerto, C/A Aniasi Turchio, Saúl Ameliach, José David Cabello y el mismo Acosta Carlez, hasta que el conflicto de poder y riqueza llevaron a este último a distanciarse del chavismo. El ex-presidente del Puerto durante el anterior período de Henrique Salas Feo, Juan Cruz Rey, quien nos merece todo crédito, denuncia que Aniasis Turchio le entregó concesiones ilegales a Makled en el puerto.
Los tentáculos podridos de Makled también se extienden hasta Pequivén, empresa que le otorgó contratos para comercializar úrea, en base a las recomendaciones de Acosta Carlez y del General José Gregorio Montilla Pantoja. Las presiones de estos militares para que se favoreciera a Makled causaron, dice Veroes, grandes daños patrimoniales a la empresa.
El actual vicepresidente de Pequivén Julio César Carpio ha declarado que las relaciones de Makled en esa empresa existen desde 2004, por presión de Acosta Carlez. Makled obtuvo la distribución de fertilizantes, sin hacer los pagos oportunamente y sin dar cuenta del destino de los productos. Makled también sostenía y aperentemente aún sostiene relaciones con PDVAL y CASA, la filial del Ministerio de la Alimentación, además de sus concesiones en el Puerto de Puerto Cabello a través de sus empresas Almacenadora Conacentro, Transgar y otras, algunas de ellas relacionadas con el inmenso crimen de la comida podrida.
En paralelo, PDVSA se ha convertido en un centro de hiper-corrupción, como lo evidencian las transacciones multimillonarias que se están llevando a cabo con las gabarras de perforación costa afuera Aban Pearl, Neptune Discoverer y Songa Saturn.
La relación de Chávez con el narcoterrorismo colombiano y español ya se ha hecho evidente, en base a los documentos incautados a las FARC y de las declaraciones de etarras en España. El corazón purulento de la cebolla se encuentra en Miraflores y está conectado con el narcoterrorismo internacional, lo cual convierte a Venezuela en un estado forajido.Este estado forajido está representado internacionalmente por algunos miembros de nuestra sociedad quienes mantienen pretensiones de decoro personal: Iván Rincón Urdaneta, ex-presidente del Tribunal Supremo; Bernardo Alvarez Herrera, embajador en USA; Alfredo Toro Hardy, embajador en Singapore; Roy Chaderton, ahora electo para el parlatino por el chavismo, toda una legión de mercenarios que han brincado la talanquera por razones diversas, pero casi nunca por honesta convicción ideológica.
Como si toda esta fiesta macabra de la podredumbre no fuera lo suficientemente trágica, existe en el país una corriente que critica al chavismo y a la oposición por igual pero cuya argumentación no es del todo deleznable, considerando lo que hemos mencionado más arriba. Esta corriente, representada, entre otros destacados compatriotas, por Agustín Blanco Muñoz, Luis Marín y Alfredo García Deffendini no participa de la podredumbre política sino que, al contrario, la denuncia. Sin embargo le echa excesiva leña al fuego definiendo el reciente evento electoral como una claudicación de la oposición, como un inmenso fraude en el cual todos quienes acudimos a votar estaríamos involucrados. A este grupo frecuentemente le responde un Teodoro Petkoff, efectivo y muy combustible líder de la oposición, llamándolos golpistas, lo cual ciertamente no ayuda a unificar el anti-chavismo. Luego tenemos un delgado anillo de criptochavistas representados por el grupúsculo de Luis Fuenmayor Toro y Fermín Toro, dos toros que alegan haberse escapado del corral de la revolución, pero que dan la impresión de tener un corazoncito rojo. Para aumentar la gran confusión, Ideólogos del socialismo del Siglo XXI como Heinz Dieterich han pasado abruptamente a ser despiadados críticos de la estupidez del líder barinés mientras que ni-ni-nis como Robert Alonso se pelean hasta con María Conchita.
Toda esta confusión y agresividad existentes en la sociedad venezolana dificulta llegar a una solución de nuestros problemas. En el país impera una siembra de odios y un inmenso diálogo de sordos. Lo realmente importante debería ser establecer la diferencia entre la honestidad y la deshonestidad, más que entre derechas e izquierdas, ricos o pobres y blancos o marrones. Puede existir un diálogo civilizado, siempre y cuando estemos animados de principios éticos y ciudadanos sin los cuales ninguna sociedad puede llegar a ser próspera.
En Venezuela los malos parecen juntarse con mucha mayor facilidad que los buenos.