T al como lo hemos venido sosteniendo, la introducción del proyecto de Ley Habilitante (para su aprobación express) demostró que lo de la emergencia nacional, como pretexto, no era sino una mentira a lo Bush, mediante la cual el Presidente solicita (y obtendrá de la jaula de las focas) poderes especiales para legislar absolutamente sobre lo que le dé la gana.
Es, pues, un paso gigante para soslayar y desconocer a la Asamblea Nacional, por ahora, durante un año, y gobernar por decreto. La mera lectura de la Ley revela que en los nueve ámbitos sobre los cuales el Presidente tiene poderes para legislar, lo que atañe a las medidas para hacer frente a la tragedia (que, insistimos, no necesitaban de poderes especiales) es una parte mucho menor que la que atañe a asuntos que nada tienen que ver con aguas desbordadas y familias damnificadas.
¿Qué tiene que ver con la tragedia la habilitación para dictar medidas atinentes a "la disciplina y carrera militar"? ¿Qué tiene que ver con la tragedia la facultad que recibe de "dictar y reformar normas en el sector de las telecomunicaciones y la tecnología de información, los mecanismos públicos de comunicaciones informáticas, electrónicas y telemáticas"? ¿Qué tiene que ver con la tragedia el poder de "dictar o reformar normas que permitan diseñar una nueva regionalización geográfica"?
Esto último, por cierto, no es sino la repetición de la inefable proposición, rechazada en la reforma constitucional, sobre la "nueva geometría del poder", contemplando seguramente, también esta vez, la designación de aquellos "vicepresidentes" regionales, superpuestos a los gobernadores y alcaldes, a la manera de los gauleiters que Hitler colocó sobre los gobiernos elegidos en los estados alemanes.
La Ley Habilitante no hay que verla aislada de las otras leyes que ahora finge debatir la AN. Es todo un paquete, cuya finalidad es reducir a escombros lo que Chacumbele no soporta de la vida democrática. Los blancos a los que apunta dicen mucho de sus intenciones. Callar a los medios radioeléctricos y a Internet (por ahora estos, ya le tocará su turno a la prensa escrita), algunos de los cuales le producen pesadillas; transformar a las universidades autónomas y privadas en liceos, para tratar de domar y encuadrar represivamente esos focos de rebeldía, donde jamás ha podido ganar una elección profesoral o estudiantil; liquidar en la práctica a las organizaciones no gubernamentales (ONG) que defienden derechos humanos y lo acusan permanentemente como contumaz violador de estos. En el transcurso del año ya saldrán de Miraflores los otros decretos-ley que le hagan falta para continuar avanzando por el camino de la dictadura.
¿Lo permitirá el país? Este es el quid de la cuestión. Los venezolanos han logrado hasta ahora, a pesar de todos los altibajos de sus luchas, mantener a raya los propósitos dictatoriales de Chacumbele. El desafío ahora es mayor y, por lo mismo, mucho más exigente, sobre todo para los partidos que ahora tienen 67 diputados en la Asamblea Nacional. Nuevas y creativas acciones tácticas, cuidando de no perjudicar el rumbo estratégico democrático trazado, se han puesto a la orden del día.
Política
Jueves 16 de Diciembre de 2010
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TalCual
L a simulación teatral que Chacumbele ha hecho de su preocupación por la situación de los damnificados lo ha llevado a soltar una catarata de disposiciones, cada una más improvisada que la otra, que anuncian un nuevo fracaso, semejante al de Vargas, en el manejo de las catástrofes naturales por parte de su gobierno. Ha confiscado terrenos por todas partes, supuestamente para construir viviendas, en pocos meses. Se puede apostar que dentro de seis meses esos terrenos estarán igualitos que hoy. No se habrá construido nada o muy poco. La expropiación de complejos habitacionales privados no concluidos no conducirá a nada. Un gobierno que no construye ni concluye sus propios proyectos no terminará lo que falta por construir en esas urbanizaciones. Los poderes especiales no eliminan la ineficacia ni la corrupción. De allí que la promesa de construir 22 mil viviendas en seis meses quedará en el gordo catálogo de ofrecimientos incumplidos, unos por disparatados, como lo de transformar Miraflores en una universidad, otros porque se le olvidan, como lo del parque en La Carlota. La alocada e increíblemente antinacional idea de construir en la falda del Ávila, en el Litoral, más arriba de la cota actual hasta donde tal cosa está permitida, afortunadamente como que no pasó de la logorrea presidencial o alguien le hizo ver el disparate que estaba proponiendo. Pero con ese tipo nunca se sabe. Esa "idea", por llamarla de alguna manera, era la preparación de un deslave peor que el anterior, dada la fragilidad de esa faja montañosa en ese sitio específico. La colección de inepcias la completa el nombramiento de esa lumbrera como Farruco Sesto a la cabeza de la "reconstrucción de Caracas".
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MALDITO! EL SOLDADO QUE EMPUÑA UN ARMA EN CONTRA DE SU PUEBLO!!