O nada pueden los dioses o tienen poder.
Si efectivamente no tienen poder, ¿por qué suplicas?
Y si lo tienen, ¿por qué no les pides precisamente que te concedan el no temer nada de eso, ni desear nada de eso,
ni afligirte por ninguna de esas cosas...
¿Y quién te ha dicho que los dioses no cooperan tampoco en las cosas que dependen de nosotros?
Empieza, pues, a suplicarles acerca de estas cosas, y verás. Éste les pide: «¿Cómo conseguiré acostarme con aquélla?» Tú: «¿Cómo dejar de desear acostarme con aquélla?»
Otro: «¿Cómo me puedo librar de ese individuo?» Tú: «¿Cómo no desear librarme de él?»
Tú: «¿Cómo no sentir miedo de perderlo?»
En suma, cambia tus súplicas en este sentido y observa los
resultados. M.Aurelio - M.