Por un largo tiempo, de cachucha y guantes, manejó un bus en el caótico tránsito caraqueño. Al hacerlo soñaba con que estaba manejanndo un Bentley. Su sueño lo hacía sonreír. El, se preguntaba, manejando un Bentley? Cuando?
Sin embargo, gracias a los buenos amigos y a estar en el momento preciso en el lugar preciso, el chofer del autobús del Metro se encuentra hoy, no solo al volante del Bentley sino, la mayor parte del tiempo en el asiento de atrás del Bentley. El chofer es el canciller y el Bentley era de un narcotraficante fugitivo, un bello vehículo confiscado por el régimen. En el asiento de atrás, el hombre que tenía un sueño, anda aspirando el olor a cuero fino, paladeando un 18 años, mientras el Bentley se desplaza, raudo y silencioso, del ministerio hacia Miraflores.