La solución de dos o más Estados es aplicable a Siria y a IrakMi Enfoque #573, 25 de setiembre, 2015 por David Mandel, enfoque@netvision.net.il
La legitimidad del derecho del pueblo judío a la Tierra de Israel, aparte de sus derechos históricos y religiosos, se basan en la resolución de la Conferencia de San Remo del 25 de abril de 1920 que incorporó la Declaración Balfour que declara que Palestina (nombre dado por el emperador romano Adriano en el año 135 a lo que hasta ese momento se llamaba Judea o Israel) en ambas márgenes del río Jordán, sería el hogar del Pueblo Judío.
Gran Bretaña, unilateralmente, para compensar a la dinastía Hashemita que había sido expulsada de Meca por Ibn Saud, (fundador de Arabia Saudita), entregó la Transjordania en 1921 al príncipe Abdullah, reservando el resto de Palestina para que fuese el Hogar Nacional del pueblo judío. Esto fue oficialmente reconocido por la Liga de las Naciones en agosto de 1922 en el artículo 22 de su constitución. En ese documento la Liga de las Naciones expresa la conexión histórica del pueblo judío con Palestina.
La resolución de partición de las Naciones Unidas de noviembre de 1947 dividía un territorio que 25 años antes ya había sido dividido entre judíos y árabes. Los árabes no aceptaron esa decisión y, tan pronto Israel declaró su independencia en mayo de 1948, invadieron con el propósito de exterminar a los judíos. Israel, a un costo de 6,000 muertos, (1% de su población) logró rechazar las tropas invasoras.
La solución de dividir nuevamente los territorios de la Cisjordania no es factible de ser realizada en las circunstancias actuales, debido a que los palestinos no aceptan la legitimidad de Israel como Estado judío, quieren destruirlo demográficamente mediante la inmigración de millones de descendientes de los 500,000 refugiados palestinos del año 1948, y es evidente que la intención de un nuevo Estado, que muy pronto estaría dominado por Hamás, es servir como una segunda Gaza, dedicada a la destrucción de Israel y no al progreso y bienestar de sus ciudadanos.
En el caso de Siria e Irak, cuyas fronteras artificiales fueron creadas por el acuerdo secreto Sykes-Picot que desmembró al imperio otomano, la solución de partición no sólo es aplicable sino necesaria, como lo han demostrado dos casos relativamente recientes: la partición pacifica de Checoslovaquia en dos Estados, la Republica Checa y Eslovaquia, realizada el 1 de enero de 1993, y la disolución sangrienta de Yugoslavia en la década de los 90 que dio lugar a seis repúblicas independientes: Croacia, Montenegro, Serbia, Eslovenia, Bosnia Herzegovina y Macedonia.
Siria debe ser dividida en cinco Estados, uno Alawita, otro Kurdo, un tercero Druso, un cuarto Sunni y un quinto cristiano. Irak debe ser dividido en tres Estados, uno Kurdo, el segundo Shiita y el tercero Sunni.
Es hora de que las Naciones Unidas dejen a un lado su obsesión de dividir nuevamente la Tierra de Israel y solucionen los problemas de Siria y de Irak