Guerra islámica contra la cultura
Mi Enfoque #570, 27 de agosto, 2015 por David Mandel, enfoque@netvision.net.il
Una de las características de los extremistas musulmanes, aparte de su predilección por degollar gente, es su intolerancia, su desprecio y su odio a otras religiones y a otras culturas, incluyendo las de su propio pasado pre-musulmán.
Su obsesión por destruir no está dirigida sólo contra monumentos de carácter religioso sino también contra lugares históricos y culturales.
Alejandría, que era en esa época la más importante ciudad de Egipto, fue conquistada por el ejército musulmán de Amr ibn al-Aas en el año 642. El victorioso general le preguntó al Califa Omar que debía hacer con la famosa biblioteca de Alejandría y sus cientos de miles de obras literarias y científicas de la antigüedad. El califa le contestó "Si los libros confirman lo que dice el Corán no los necesitamos, y si se oponen al Corán destrúyelos." El general incendió la biblioteca. Invaluables obras de la antigüedad se perdieron para siempre.
En marzo del 2001 Talibán, la organización islámica extremista de Afganistán, dinamitó y destruyó los Budas Gigantes de Bamiyán, dos estatuas monumentales del Siglo 6, construidas en las laderas de una montaña
Hace algunas semanas un predicador islámico en Kuwait dio un sermón en el que dijo que había llegado el momento de que los musulmanes destruyan la herencia que dejaron los faraones paganos, incluyendo la Esfinge y las pirámides. Anteriormente, durante el régimen de los Hermanos Musulmanes los clérigos pidieron la destrucción de las obras faraónicas.
En Mali los islámicos destruyeron antiguas construcciones en Timbuktu, mientras gritaban triunfantes, "Alla hu Akbar", Dios es Grande.
ISIS destruyó Dur Sharrukin en el norte de Irak, ciudad fundada por el rey Sargón II en el año 717 AEC, que fue una de las capitales del imperio asirio. También demolió los restos de las antiguas ciudades de Hatra y Nimrud. Su más reciente acto de vandalismo cultural fue destruir el Templo Baalshamim, construido hace dos mil años, en las ruinas de Palmira, una de las principales ciudades del Medio Oriente en la época romana.
Los fanáticos islámicos no sienten identidad nacional, sino religiosa. Los extremistas de ISIS no se sienten sirios o iraquíes, sino musulmanes. Hamás es una organización terrorista islámica, que, a diferencia de Al-Fatah, organización secular, tampoco tiene interés en crear un nuevo Estado árabe sino sólo en destruir y expulsar a los judíos.