"En un santiamén"
Hasta la primera mitad del pasado siglo en México y muchas partes del mundo las misas católicas se celebraban en latín. Por supuesto nadie salvo el oficiante entendía un carajo y por ello eran aburridísimas. La resignada y fiel feligresía se sometía al voluntario tormento de soplarse cincuenta minutos de latinajos cada domingo esperando con ansia el momento final, la frase salvadora que les indicaría que por fin podían abandonar la casa de dios, de su dios: "In nómini Patris et fili et spiritus sancti, amén" y a salir del templo en un santiamén.
A.R.