Lunes, 30 de Mayo de 2011
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¿Pitiyanquis?
El temor a ser declarados como pitiyanquis por decir las cosas como fueron demuestra que, desgraciadamente, muchos presuntos líderes de la oposición están más pendientes de las encuestas que de la verdad.
Es inverosímil la actitud de algunos voceros y representantes de la oposición organizada cuando declaran su “respaldo irrestricto” a PDVSA frente las sanciones impuestas por EEUU, por haber esta empresa violado la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que establece sanciones a quien suministre a Irán materiales considerados como estratégicos. Además, se supone que guerra avisada no mata soldados, y el gobierno de Chávez sabía muy bien cuáles serían las consecuencias de sus actos.
El temor a ser declarados como pitiyanquis por decir las cosas como fueron demuestra que, desgraciadamente, muchos presuntos líderes de la oposición están más pendientes de las encuestas que de la verdad. Amén de que parecieran creer que para captar los votos de los chavistas arrepentidos o de los llamados NI-NI no deben enfrentarse a Chávez, sino todo lo contrario.
¿Es admisible tener miedo a ser calificado de pitiyanqui o de fascista por decir verdades? Pareciera que enfrentar a Chávez y sus disparates es políticamente peligroso, cuando en verdad lo que se requiere es un liderazgo que cante claro, que diga las verdades y que desmonte las falsas ilusiones. Para ser líder hay que saber conducir, y no ser conducido solamente por las encuestas. Si la gente no percibe en el líder su convencimiento en la verdad que predica pasa muy pronto por oportunista. ¡Cuánta falta hace en este país un liderazgo al estilo del de Rómulo Betancourt, a quien no le importaba hablar claro y declarar a contra corriente cuando lo consideraba necesario!
Además, ¿quién, en verdad, ha llevado a Venezuela a ser dependiente de otra nación? ¿Quién ha permitido que se viole impunemente la soberanía nacional, dejando a extranjeros decidir en asuntos estratégicos de nuestro país? No se trata de hablar de piticubanos ni de pitiyanquis; ambas expresiones son de una cursilería suprema. Rebajar el debate político al nivel de la retórica patriotera es hacerle un gran daño al futuro de Venezuela.
Se ha dicho siempre que los países no tienen amigos ni enemigos, sino intereses que resguardar; no es hacer muestra de moralismo ni de un idealismo hipócrita decir que deben tener, además, principios éticos y políticos. Y, por supuesto, deben orientar su política internacional en función de promover el bienestar de su población, insertándose adecuadamente en un mundo cada vez más globalizado.