Democracia puta: así tituló un editorial de un diario paraguayo a las democracias latinoamericanas que se dejan manosear por sus gobernantes. Como una puta: pintarrajeada de instituciones que no valen un centavo y sus pobres habitantes chuleados por presidentes ladrones, facinerosos y asesinos. Después de esta revolución, parida por una democracia puta, no cabe más que concluir que también hay revoluciones putas: acaudilladas por militares ambiciosos, corruptos y cobardes. Favorecidos por la debilidad congénita de sus pueblos para alzarse hasta la altura de quienes las fundaran e impedir los atropellos, los abusos, los robos e iniquidades de sus comandantes en jefe.
Luis Fernández Moyano
DEMOCRACIA PUTA, REVOLUCIÓN PUTA
Pues la tercera y más dolorosa conclusión de aquel editorial paraguayo, es que sólo puede haber democracias putas y revoluciones putas donde hay naciones y ciudadanías putas. Pueblos inconscientes, apáticos, aprovechadores, incapaces de defender su honra y sus tradiciones para caer rendidos ante el primer flautista que les alargue el brazo con una pechuga de pollo o una carpita donde capear los temporales.
He comprendido súbitamente y con inmenso dolor que una parte muy importante de nuestro pueblo está prostituido hasta la médula. Si no lo estuviera, Chávez no tendría que esperar hasta el fin de los tiempos para encontrarse pagando sus atropellos, crímenes y robos en una prisión holandesa. El 11 de abril hubiera salido como un escupitajo de la historia. Y Venezuela se hubiera enrumbado a la recuperación de su dignidad con un gobierno decente.
Se me desgarra el alma de buen ciudadano venezolano leyendo que unos oligofrénicos rojo rojitos no aceptan la ayuda de sus connacionales porque no son chavistas. Han reducido su campo de visión a las dádivas y mendrugos de su capataz, han reducido el mundo a la mafia del PSUV que los ordena y coordina. Su Venezuela es la parodia de país que les dibuja el golpista de domingo en domingo. Ciudadanía puta.
¿Qué ha de hacer la dirección del pueblo sano de la república? Antes que nada: enfrentar con coraje, con hidalguía, sin medias tintas ni actitudes pusilánimes al administrador del prostíbulo. Y sacarlo del Poder con la fuerza de la democracia decente, de la revolución decente, de la Nación decente. La medición de fuerzas es cotidiana: al cáncer no se le da dos años de plazo para someterlo a cirugía. Se le enfrenta de una vez. O nos consume.
La decencia nacional que quisiera cerrar el prostíbulo chavista no puede dejar al azar de las señoritas del CNE la radical resolución de esta gangrena. Si cree el narco pistolero trisoleado por Hugo Chávez que puede negarse a aceptar los resultados de unas eventuales elecciones presidenciales y llevarnos al paredón de los uniformes prostituidos, que sepa y se lo diga a su capo que la Venezuela decente no aceptará otros resultados que los que permitan reconstruir la patria.
Con la decencia de la patria no se juega. La honra no es asunto electoral. La lucha es a muerte. O la democracia puta, o la democracia honrosa. No cabe medias tintas.