Cuando se hiere a un sujeto de un modo tan devastador
que la idea de venganza de acuerdo con el tus talionis
es no menos ridicula que la promesa de reconciliación
con el perpetrador una vez expiada su culpa, lo
único que queda es persistir en la «denuncia incesante
de la injusticia». Debemos dar a esta posición toda su
carga antinietzscheana: aquí el resentimiento no tiene
nada que ver con la moralidad del esclavo, sino que supone
más bien un rechazo a la «normalización» del crimen,
a que éste forme parte del flujo ordinario/explicable/
descriptible de las cosas, a que se integre dentro de
una narración vital consistente y dotada de sentido. Žižek