COLUMNA DE SERGIO SARMIENTO PUBLICADA HOY EN REFORMA:
GOBIERNO DÉBIL
Ya es cosa de todos los días. Robos de autobuses y de vehículos de reparto. Tomas de casetas para cobrar el paso a 50 pesos por vehículo (¡pingüe negocio!). Robo de combustible. Bloqueos de autopistas, calles y centros comerciales. Bloqueos de aeropuertos. Quemas de vehículos, de edificios y de documentos de registros públicos. Agresiones a automovilistas y policías.
La ingobernabilidad es total, pero no es producto de incapacidad. Los gobiernos de Guerrero y de la Federación simplemente se lavan las manos. Y la cobardía genera ingobernabilidad.
Los activistas que realizan desmanes afirman que los hacen como protesta por los desaparecidos de Ayotzinapa. Pero, ¿es verdad? O ¿estamos viendo un simple esfuerzo para aprovechar la desaparición y presunta muerte de los muchachos?
El movimiento de Ayotzinapa ha revivido el esfuerzo de la CNTE para descarrilar la reforma educativa. El movimiento ya había perdido fuerza; pero hoy, con las movilizaciones por Ayotzinapa, el nuevo gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega, y su secretario de Educación, Salvador Martínez Della Rocca, El Pino, han prometido plazas a todos los normalistas, sin importar su capacidad y sin presentar exámenes de oposición, con lo cual violarían la Constitución. De la misma manera cientos de maestros de la Ceteg -la CNTE de Guerrero- han estado participando en movilizaciones todos los días sin presentarse a las aulas y sin ser sancionados. El gobierno de Guerrero está violando la ley.
Las movilizaciones son un buen negocio. Los líderes obtienen dinero y privilegios. El "Comité" de Ayotzinapa ha logrado que su movimiento se vuelva una causa célebre en el mundo. Esto se traduce no sólo en fama sino en aportaciones económicas de fundaciones. Los medios internacionales le dan al movimiento, incluso a sus abusos, una cobertura muy favorable que no otorgan a movimientos en sus propios países cuando realizan actos vandálicos.
Las víctimas no son los gobernantes. El Presidente, el gobernador y los secretarios viajan en helicóptero. Los funcionarios o trabajadores del sector público que no llegan a sus trabajos no pierden ni el empleo ni sus ingresos. Las víctimas son los pequeños empresarios y trabajadores. Ellos ven mermado su ingreso. Pero a nadie le importa. Ni a los gobernantes ni a los manifestantes.
La Asociación de Hoteles y Moteles de Acapulco ha pedido al gobierno de Guerrero y a los líderes del movimiento que no hagan ya más daño a Acapulco o a la actividad económica. Pero de nada sirve. Ayer recibí por correo electrónico una oferta de un importante hotel de Acapulco ofreciendo descuentos de 50 por ciento en este fin de semana largo. Inusitado. Pero aun así las cancelaciones andan por el 20 por ciento.
Otras víctimas son los policías. Este 12 de noviembre un grupo de policías de Guerrero distribuyó un escrito a los medios de comunicación que decía: "Exigimos justicia para los compañeros heridos por los 'estudiantes ayotzinapos', y queremos decirle, señor gobernador, que no somos costales ni animales y ni payasos para que nos golpeen y se ría la sociedad de nosotros al ver que no podemos hacer nada".
Los líderes de los movimientos radicales están de plácemes. Perciben la debilidad del gobierno. Piensan que están cada vez más cerca de derrocar al Presidente como hicieron con el gobernador Ángel Aguirre. La tragedia de los normalistas es para ellos una gran oportunidad.
Los gobernantes, mientras tanto, se esconden en sus "oficinas alternas" y ven cómo los policías son golpeados, los ciudadanos agredidos y el patrimonio público y privado destruido en nombre de los mártires de Ayotzinapa.