Alberto Rodriguez para red
mostrar detalles 10:09 (hace 5 horas)
El rescate de la Asamblea NacionalLa representación política se nutre de la vida social real, desde la más organizada hasta la más callejeraDIEGO BAUTISTA URBANEJA | EL UNIVERSAL jueves 13 de enero de 2011 12:00 AMEs cierto que la disminución del papel de la Asamblea Nacional, que el oficialismo piensa intentar, debe tener como una de sus consecuencias la de que los diputados de la Unidad y del PPT cuenten con más tiempo para dedicarse al contacto directo con la ciudadanía y con sus problemas. Lo que llaman "la calle".
Pero la verdad encerrada en esa idea no puede hacernos olvidar otra cosa de enorme importancia. Como ha dicho Ricardo Sucre Heredia, una de las misiones de la representación democrática en la AN es el rescate de esa institución, de su dignidad, de su solemnidad, de su relevancia, de su papel político privilegiado como Poder Legislativo que es.
Entre los objetivos del oficialismo está el de la degradación de la Asamblea Nacional. Su dilución en cosas como el parlamentarismo de calle, el poder comunal, el poder popular. La idea gubernamental es devaluar ese lugar, perforándolo a través de esos otros dispositivos supuestamente participativos, para que por en medio se cuele la voluntad del líder máximo, consagrada en esas instancias "protagónicas" a las cuales concurren grupos muy minoritarios de fervientes partidarios del actual gobernante y que, por lo tanto, deforman la que sería la verdadera voluntad popular.
Esa tarea de demolición institucional se hace en nombre de un nuevo modelo de democracia, la llamada participativa y protagónica, que en el ideario oficialista debe reemplazar a la por él desvalorizada democracia representativa. La gente del PSUV se hace una idea muy elemental y primitiva de lo que es una democracia representativa moderna. En una democracia representativa de hoy en día, los vínculos entre las instancias de representación, el Parlamento en especial, y el resto de la sociedad son permanentes, vivos, auténticos, fructíferos, sin necesidad de "parlamentarismo de calle" ni nada que se le parezca. La representación política se nutre allí de la vida social real, desde la más organizada hasta la más callejera. Nada más lejos de la verdad la idea de que en una democracia representativa moderna la actividad política del ciudadano se reduzca a votar, ni que sólo importen los derechos políticos, como sostienen los rudimentarios
ideólogos del pseuvismo.
La gran falla de la democracia que tuvimos hasta 1998 no es que era representativa, sino justamente lo contrario: que dejó de ser representativa, cuando los principales partidos se anquilosaron y perdieron la relación viva que en sus mejores momentos tuvieron con la sociedad que produce, crea, se organiza, anda por la calle.
Así que, al mismo tiempo que ir al contacto con la gente, los diputados democráticos, los de la Unidad y los del PPT, tienen que devolverle a la Asamblea Nacional su papel representativo. No hay que tenerle miedo ni tener complejos con esa palabra. Con una piedra se dan en los dientes los parlamentos que pueden decir creíblemente que representan a la sociedad que los eligió y a lograrlo se esfuerzan con la mayor energía de que disponen. Lo otro es, probablemente, bochinche, palabrería, corte de los milagros.
Recuperar para la Asamblea la dignidad y la relevancia que le pertenecen, como producto directo que es de la voluntad popular, supone un trabajo arduo. De allí que, superados desajustes iniciales que puedan producirse en cuanto a coordinación y actuación unitaria, la representación democrática en la Asamblea tiene que focalizar bien sus objetivos como legisladora y como contralora y evitar la dispersión. Así podrá dar a las actuaciones seleccionadas en cada momento como prioritarias la mayor calidad política y técnica, de modo que el ciudadano afectado por el tema en cuestión exclame para sus adentros: "por fin, alguien que sabe de lo que habla".
La gente del PSUV se la pasa diciendo que lo importante son los debates "conceptuales e ideológicos". Ya hablaremos de eso. Pero por ahora, no tengo claro qué tan ideológico puede ser un debate sobre por qué este Gobierno no ha construido viviendas, o más exactamente: qué tanto le puede importar al venezolano sin casa la justificación ideológica de ese fracaso. Por mi parte prefiero aquello del chino Deng Xiao Ping de que no le importaba el color del gato, con tal de que cazara ratones. El ciudadano lo que quiere es eso: una Asamblea que cace ratones y con toda seguridad que, si la obtiene, le quedará agradecidísimo a esos diputados serios, "correctamente" vestidos y de afirmaciones con sustento, que harán de la Asamblea Nacional el respetado lugar que tiene que ser. dburbaneja@gmail.com